sábado, 12 de mayo de 2012

Estar

No creo que sobrevalore las cosas, creo que valoro de la forma más correcta que puede hacerse, pero es una forma que contrasta tanto con la falta de valores que hay fuera de mi, yo valoro como valoro porque pienso e imagino, porque aprecio, porque ya no corro.

Normalmente, mi padre me llama para quedar para comer o cenar y contarnos como nos va, aunque a veces cuando pasa demasiado tiempo, me preocupo y llamo yo. Pero hoy, no ha sido gracias a un plan, por lo que he visto a mi padre, si no gracias a la casualidad. Sonrío con tremenda paz mientras escribo estas lineas; fue cruzar la esquina y verlo ahí saliendo de la tienda, encontrándonos sorprendidos. Y me ha encantado. Al seguir cada uno nuestro camino, pensé en lo que dictan las causas naturales, estas me cuentan que yo no moriré antes que el, o por lo menos, eso seria lo natural. Entonces, me imaginé que la casualidad ya nunca jamas podría traerme ese encuentro al girar la esquina, que no podría volver a darle dos besos, verle sonreír por la sorpresa y alegría de verme, ni callarme las cosas que no estoy acostumbrado a pronunciar.

Pero la muerte ya no me preocupa, dejó de preocuparme incluso antes de que Epicuro me enseñase que no existe, me preocupa la vida, se que algunas cosas valen más porque no duran para siempre, pero aun así, yo no le doy valor porque algún día no estarán, le doy valor precisamente, porque están.

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